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sábado, 12 de julio de 2014

Estudio Bíblico> Viviendo plenamente en Cristo

Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;  yo he venido para que tengan vida,  y para que la tengan en abundancia.”



El propósito por el cual Dios nos llamó a su reino trasladándonos de la potestad de las tinieblas al reino de Jesucristo, su Hijo, es para que seamos conformados a la imagen de Él. Nuestro destino, por así decirlo, es ser como Cristo.

Me anima saber que Él va a lograr lo que se propuso. Esto no depende de “nosotros”, sino que depende de Él. No es con fuerza, no es con espada, es con el Espíritu Santo que va a lograr que tú y yo seamos como Jesús.  y no es una meta para después de muerto (porque muchos tenemos la tendencia a pensar: - Sí, cuando estemos en la gloria vamos a ser como el Señor -) Sin embargo, es  para esta vida, Él se ha propuesto transformarnos ahora.

Aunque la palabra dice que nosotros estamos siendo transformados de gloria en gloria, a veces, yo no veo mucha gloria en mi vida, para ello necesitamos de:
  1. El Espíritu Santo.
  2. El Cuerpo de Cristo.
  3. La voluntad.
Es el Espíritu Santo el que produce la obra dentro de nosotros, es el que nos convenció de pecado, produjo la fe para creer y es el que sigue obrando y trabajando para este propósito eterno. La palabra dice que todos los dones y todos los ministerios han sido dados para la edificación del Cuerpo de Cristo hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios a un varón perfecto a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo (Efesios 4). Yo no puedo pretender crecer solo, en Cristo, necesito de ustedes y ustedes necesitan de todos los demás, nos necesitamos. El Señor quiso que así fuera. La iglesia es su diseño. El Espíritu Santo ha venido a nosotros para llenarnos y para darnos el poder para ser diferentes.
La iglesia puede enseñarnos, pero si nuestra voluntad no la sometemos bajo la autoridad de Cristo y del Espíritu; si no ponemos nuestra voluntad a hacer y a obedecer lo que el Señor nos está enseñando no hay forma de que seamos transformados. También la iglesia es un ministerio que está para enseñar la palabra de Dios, para cumplir el mandato del Señor que dice que debemos enseñar a los discípulos todo lo que Él nos mandó, enseñar a obedecer todo lo que él nos mando.
Juan 10:10 “El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir;  yo he venido para que tengan vida,  y para que la tengan en abundancia.”
Generalmente ocurre que cuando uno lee este pasaje piensa en la vida eterna, pero no se refiere a eso. Cuando Dios creó al hombre y lo puso en el huerto disfrutaba de una calidad de vida que no conocemos, ese tipo vida se perdió por causa del pecado y tuvieron que pasar miles de años hasta que Cristo vino a restaurar esa vida, Él vino para mostrarnos la clase de vida que Dios quería restaurar en nosotros. Así que, cuando dice yo he venido para que tengan vida y vida en abundancia; está diciendo yo he venido para darles una vida mejor, una vida diferente de la que ustedes conocen y de la que han vivido hasta ahora. Cristo vino para ser nuestro modelo
Pablo en una de sus cartas dice el Señor nos rescató de la vana  manera de vivir que habíamos heredado de nuestros padres. ¿Qué clase de vida recibiste de tus padres? Pablo dice una vida inútil, que no tenía sentido, y que sólo apuntaba a la gratificación de nuestros sentidos, de nuestras emociones, una vida terrenal, una vida animal (si se puede llamar de esa manera) o sea una vida física. Cristo vino para traer una vida, diferente, nueva en el Espíritu, que trasciende la vida carnal; y para que esa vida se manifieste en nosotros, necesariamente Cristo tiene que ser formado en nosotros. Cristo es la vida. Cristo  lo declaró:"Yo soy el camino, la verdad, y la vida".  Saquemos de nuestra mente el concepto de que la vida cristiana es pesada, dura, difícil. Cristo vino a darnos una vida satisfactoria.
La vida que Cristo vino a darnos no tiene relación con los problemas, al contrario, los problemas que el Señor ha permitido que tú tengas, lo que persigue es que esa vida de Cristo que está en ti, aflore, que tú aprendas a estar contento, gozoso a pesar de las dificultades. La vida cristiana no es una carga, un peso, sino todo lo contrario. El Señor nos llamó a vivir en libertad. El señaló que cuando el Hijo del Hombre nos libertare entonces seremos verdaderamente libres. El nos vino a libertar de todas estas cosas que a nosotros nos complican la vida para que vivamos una vida plena.
Mateo 11:28-30 “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados,  y yo os haré descansar.
Llevad mi yugo sobre vosotros,  y aprended de mí,  que soy manso y humilde de corazón;  y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil,  y ligera mi carga.”
El yugo es un instrumento de madera que se usa en los campos para unir dos bueyes. El más fuerte y experimentado lleva al más débil, al más nuevo y prepararlo para el trabajo. El buey nuevo que nunca había sido enyugado debía aceptar ir sólo al lugar en que el buey viejo lo llevara.
Lo que Jesús está diciendo aquí es que ustedes van a estar enyugados conmigo. Cristo es el que manda. Pero lo interesante, hermoso y la buena noticia es que dice mi yugo es fácil, lo único que tienes que hacer es seguirme, obedecer mis instrucciones y el camino será fácil. Así que este proceso de ser transformados a la imagen de Jesús no debe ser un proceso doloroso, ni pesado, sino que debe ser una experiencia grata, agradable, plena, satisfactoria. Cuando no es así es que estamos tirando para nuestro propio lado y, obviamente, eso nos complica la vida.
Si nosotros nos enamoramos de Cristo, vivimos para Cristo, hacemos de Cristo el todo de nuestra existencia, vamos a descubrir una vida absolutamente satisfactoria. Una vida que va a llenar todas nuestras expectativas.
Cuando Pedro estaba con algunos hermanos pescando, pasó Jesús por la playa y les llamó y les dijo: “Síganme y yo les haré pescadores de hombres.” Esas palabras tenían tal autoridad que no les dejó alternativa y siguieron al Señor. Estos hombres tuvieron un encuentro con Jesús que les cautivó. Ellos no eran simples pescadores, eran microempresarios, probablemente, tenían más de una barca, era una empresa familiar y tenían empleados; creen ustedes creen que ellos iban a seguir a cualquiera dejando todo botado. Obvio que no. Había algo en la vida de Cristo, en su palabra de autoridad, en toda su forma de ser, en todo lo que era Él que cautivaba, atraía, que pegaba y que no te soltaba.
Consideremos a Pablo, un personaje importante, educado en un colegio de alta alcurnia, había estudiado con uno de los más grandes y reconocidos maestros de su época, pertenecía a la religión más popular y reconocida. Era tal su convicción que cuando apareció esta famosa secta rara (los cristianos) va donde las autoridades del momento y pide autorización para perseguir a estos raros hombres que habían aparecido. Yendo hacia la ciudad de Damasco se le apareció este Jesús en el camino y cambió radicalmente su vida.
No hay nada mejor que seguir a Jesús, de vivir sus mandamientos, de obedecer lo que Él nos ha mandado, de entregarnos a vivir como Él vivió. Si no lo estás haciendo, si esa no es tu experiencia de vida; te animo y te motivo a buscar y conocer ese Cristo con el cual se encontraron Pedro, Pablo, todos los apóstoles, los discípulos e incluso aquellos que dieron su vida por causa de Él. Hombres y mujeres que fueron a la muerte con gozo en sus corazones porque tenían la vida de Cristo dentro.
La vida que Cristo quiere formar en cada uno no es una vida aburrida, pesada, sino que es una vida plena  abundante, que llena el corazón, que satisface el alma, es como la fuente de agua viva que salta para vida eterna. Cuando vemos la vida del reino como una vida pesada, difícil es porque tu carne y mi carne no quieren sujetarse a la voluntad de Dios, por eso el Señor dice que tenemos que tomar nuestra cruz cada día, para que la vida del Espíritu brote en nosotros.
Cuando Jesús nos ordena algo es para bendecirnos. Por ejemplo: cuando nos pide que perdonemos no es para ponernos en la encrucijada sino que es para bendecirnos porque cuando se perdona al que nos ofendió somos libre; se va la tristeza, se va el dolor y viene la paz, el gozo.
Llenémonos de Cristo, apeguémonos a Cristo, conozcámosle y vivamos para Él. No pensemos en las cosas que no estamos dispuestos a renunciar, pensemos más bien que lo  que Cristo nos ofrece es mil veces mejor que lo que nosotros pensemos. Nuestra vida anterior en la carne es como tener una vida con desperdicios. A veces nos comportamos como esos mendigos que están en la calle y que no quieren dejar su pobreza, miseria, se conforman con la moneda, pero si tú les ofreces otra vida no quieren, prefieren esa vida miserable, mezquina de inmundicia antes que ser personas distintas, les gusta ese estilo de vida. Nosotros muchas veces nos comportamos igual, el Señor nos está ofreciendo un tesoro invaluable, todas sus riquezas, toda su gloria, pero tenemos que soltar nuestro carro con inmundicias que hemos cargado toda la vida.
La vida del discípulo en Jesús es la mejor vida que se puede vivir, con dificultades, con problemas, con enfermedades, con situaciones complicadas y mucho más incluso, como en el pasado, alguno con la muerte por delante. Pero no hay otra vida mejor que la que Cristo ha venido a darnos a cada uno de nosotros y que quiere dar a todo el mundo.
(RV60) La Santa Biblia- Valera (1960) 

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